Nessuno sfugge a questo pustulato; un pustulato logico e fisico, relazionale e carnale;
un pustulato che non ha bisogno di alcun tipo di dimostrazione;
un pustulato che si genera senza ragione nello sfregamento di ossa, corpi, anime e cervella come una vescica livorosa che unisce due dita di un piede in fuga.
Nessuno sfugge a questo pustulato, come nessuno conosce all’inizio della nuova relazione il numero stabilito di litigate: ci sono relazioni che dopo trenta litigate finiscono, altre arrivano a cinquanta, altre a cento, mille, diecimila, un milione, cinque, tre, due oppure anche una sola litigata, nessuno conosce il numero stabilito eppure quel numero è impresso da qualche parte dall’inizio!
Così anche se generalmente si pensa che una coppia funzioni nel caso sia meno litigiosa possibile, c’è chi sostiene che dal numero delle litigate si possa comprendere anche il valore di una relazione: più una relazione è importante, maggiore è il numero di litigate concesse.
A tu quante volte hai litigato?
B mah, non lo so.
A va beh, dico più o meno.
B diciamo di litigate importanti. Boh, una ventina.
A SOTTO LE CINQUANTA NON VALETE UN CAZZO COME COPPIA!
B Ma veramente ci siamo messi insieme ieri.
A Interessante!
Non lo so, ma ciò che vorrei fosse chiaro una volta per tutte è che quel numero, quando iniziate una relazione, s’imprime come una tinta callosa tra il cuoio capelluto e le fibre del cervello, come un’antenna ipoallergenica munita di scontro-fenilendiammina, ammoniaca, resuscitino, orto-amminofenolo, maschio-naftolo.
Il numero di litigate è stabilito.
Come i petali di una margherita.
Un conto alla rovescia.
Una fine.
Un inizio.
El postulado de la pelea en exceso
¡Sería bueno que se supiera de una vez por todas! Cada relación amorosa contiene en sí, desde el primer instante de su nacimiento, desde la primera mirada-beso-sexo un número preciso, establecido, oficial e institucional de… ¡¡¡PELEAS!!!
Nadie escapa a este postulado; un postulado lógico y físico, racional y carnal; un postulado que no tiene necesidad de ningún tipo de demostración ; un postulado que se genera sin razón en el huesos, cuerpo, alma y cerebro como una vejiga que une dos dedos de un pie en huída.
Nadie escapa a este postulado, como nadie conoce al inicio de la nueva relación el número preestablecido de peleas: hay relaciones que luego de treinta peleas, terminan; otras que llegan a las cincuenta, otras a cien, mil, diez mil, un millón, cinco, tres, dos o quizás sólo una pelea. ¡Ninguno conoce el número preestablecido, ni tampoco que ese número está impreso desde el principio!
Así, pues, si generalmente se piensa que una pareja funciona cuantas menos peleas ocurran, hay quienes sostienen que del número de peleas de pueda también comprender el valor de una relación: más importante una relación, mayor es el número de peleas concedido.
A.- ¿Tu cuántas veces has peleado?
B.- Hmm no lo sé.
A.- Dah, a ver, ¿más o menos?
B.- Hablando de peleas importantes. Pff, una veintena.
A.- ¡BAJO LAS CINCUENTA NO VALEN UN PITO, MIERDA, COÑO, CARAJO COMO PAREJA!
B.- ¿En serio? Si empezamos a sale ayer…
A.- Interesante!
No lo sé, pero lo que quisiera que fuese claro de una vez por todas que ese número, cuando empieza una relación, se imprime como una tinta a través del cuero cabelludo u las fibras del cerebro, como una antena hiperbólica-hipoalergénica equipada con feminildiamina, orto – aminofemminino, macho -naftolino.
El número de peleas está establecido.
Como los pétalos de una margarita.
Una cuenta regresiva.
Un fin.
Un inicio.